Hacía días que nuestra
sexualidad estaba atravesando un periodo de calma, sexo tranquilo, clásico
(vainilla), muy placentero pero con poca chispa, ella había asistido a un
taller para mujeres en el que la conexión de sus genitales con la Madre Tierra
la estaban haciendo sentir, cada día, más mujer.
Se la veía entusiasmada con el descubrimiento maravilloso
de su sexualidad unida a la Tierra, a la Diosa Madre y a ella misma… danzaba
sin motivo, su cara era más de niña, su alegría llenaba la casa, me besaba más,
estaba más cariñosa y juguetona que nunca; algunas veces en medio de su divina
locura me introducía los dedos en sus bragas para demostrarme lo húmeda y
apasionada que se sentía. Me encantaban los cambios que estaba haciendo, sentirla
mujer, sentir el ardiente deseo de su cuerpo, amarla con locura y fundirme con
su parte más íntima, con su alma, comprendiendo y sintiendo sus emociones, su
mágico proceso.
Tales cambios merecían una aportación creativa extra, no
podía tratar a mi diosa como siempre, sus cambios merecían mis cambios también
y me puse a pensar cuáles podían ser sus deseos más ardientes, para intentar
satisfacerla como mujer y como diosa.
Recordé su calentura cuando un día, frente al ordenador,
vimos juntos una película porno de éstas nuevas de ahora, con argumento, más
emocionales y decidí ponerme las pilas e intentar reproducir lo más fielmente
el argumento dentro de mis posibilidades.
Sabía de su debilidad para con los hombres apañados que sabían
reparar averías domésticas; nuestro lavavajillas llevaba unos días averiado y queríamos
llamar al técnico para que lo reparara… me informé de dónde estaba el problema
y de cómo arreglarlo, me hice con las piezas necesarias y preparé mi plan.
La llamé con una voz desconocida (lo más masculina y
sensual posible) para decirle si le iría bien que pasase a reparar el
electrodoméstico a las 4 de la tarde (ella estaba en casa, los hijos llegaban
sobre las 6 y yo no llegaba casi nunca antes de las 7). Me dijo que sí y
quedamos.
Me llamó para darme las gracias por haber llamado al
técnico: - no me lo dijiste – comentó; - disculpa, no me acordé - le contesté, - por cierto te dejé un sobre en el cajón con 150 € para que puedas
pagarlo -, le deseé éxito, le envié un beso y colgué.
A la hora convenida me
presenté en casa, disfrazado con un mono azul, algo desabotonado, con gorra,
gafas de concha y una barba postiza que alquilé; no faltaba la caja de
herramientas de mi oficina, con las piezas que había comprado. Seguí con mi voz
sexy al llegar y le pedí que me mostrara la cocina. La noté un poco nerviosa y
la miré provocando en ella un ligero escalofrío; le dije - si la necesito para algo ya la llamaré, gracias guapa…- se fue y me
puse a reparar la parte averiada. No quería que me reconociera tan pronto y
además el morbo de la situación bien valía un rato de intriga.
Me desabotoné más la parte superior del mono, sentía
calor por fuera y sobre todo por dentro, estaba sudando tumbado en el suelo, en medio
de mi trabajo y ella apareció para preguntarme si todo iba bien, le dije que me
estaba costando un poco más de lo previsto por la dificultad en acceder a un
rincón del interior, donde estaba la pieza dañada (esto lo dije con toda mi
mala intención), tenía la cara medio escondida tras el lavavajillas y confiaba
en mi gorra, barba y gafas para no ser descubierto todavía. Le pedí un vaso de
agua, por lo que tuvo que acercarse más a mi, ya que los vasos estaban casi
encima mío. Sus hermosas piernas quedaron a mi alcance por un momento y yo le
dije - gracias señora, por el agua y por
esta hermosa vista…- mirándole descaradamente las piernas, lancé un breve
suspiro antes de volver a mi trabajo, ella se apartó de forma automática pero
con un deje de coquetería que noté de inmediato.
Seguí y poco antes de terminar la llamé, - señora necesitaría la escoba y el mocho para
limpiar debajo antes de volver a meterlo dentro –(con todas las segundas
intenciones del mundo), sabía que
tenía que pasar por donde yo estaba y que casi no había espacio. Así me lo
indicó y yo me arrimé a la pared para dejarla pasar no sin aprovechar la
ocasión para rozarla un poco más de lo normal.
Le dí las gracias y le pedí si podía quitar la luz por un
momento, antes de conectarlo todo, sabía que era algo que le costaba, porque
nunca acertaba con el diferencial correcto y tenía miedo de quitar toda la
corriente por el módem y otros aparatos.
Me pidió ayuda cuando abrió la caja del contador; yo
aproveché la situación de forma muy astuta para arrimarme más a ella, por su
espalda, no tenía escapatoria y buscando entre los diferenciales, le dí un buen
achuchón, la sentí aturdida, sabía de su amor por mí, pero la conocía lo
suficiente como para darme cuenta que una de sus fantasías favoritas estaba
poniéndola a 100.
No le dí oportunidad para mirarme a la cara y volví para
limpiar el hueco y luego a ponerme dentro para realizar las conexiones. Sabía
que en este momento ella estaba pasando un mal rato, turbada por su tentación,
deseosa de lanzarse, y a su vez temerosa de hacerle daño a su marido. Una vez
dado el diferencial, hice la prueba de funcionamiento y en voz alta dije, -¡perfecto, ya funciona! -, sabía que
vendría de inmediato y que su tentación estaba llegando al final, cargué mis
últimos cartuchos y me puse a recoger las herramientas agachado en el suelo y
dándole la espalda, sé que le gusta mucho mi culo…- ¿así que ya está? – dijo, - si
señora, recojo las herramientas y le hago la nota, serán… 220 € - ¿220 €? – exclamó, - ¿le parece demasiado señora? - (con rin
tintín) – es que mi marido sólo me dejó
150 € para pagarle – subió algo más
de lo previsto por la dificultad que le comenté – todavía de espaldas – aunque si quiere… podemos arreglarlo guapa…-
No pude hacerla sufrir más y
me dí la vuelta, levantándome y acercándome a ella en tono seductor; sentí que
flaqueaba… y me descubrí: primero me quité la barba, luego las gafas… mientras
ella exclamaba – ¡serás cabrón! – sin
mediar palabra empecé a desnudarla rápidamente y a decirle palabras como – sí soy un cabrón - ¿te gustan los cabrones?
– ¿cómo quieres que te folle? – te voy a hacer mía aquí, en la cocina – una
vez desnuda de cintura para arriba, le bajé la falda y las bragas de una vez y
con decisión la tomé desde atrás arrancándole un – ¡joder!, a veces me gustas así de animal… no se lo digas a
nadie…- yo la conocía y sabía de su anhelo más profundo, de su fantasía de
ser poseída sin contemplaciones, por aquel mecánico, el hombre que la había estado
tentando y calentando todo el rato, y así fue; el resto ya os lo podéis
imaginar, fue una de las veces en que lo hicimos más apasionadamente sin dejar
de comentar, entre suspiros , gritos y risas, los momentos en los que ella
había flaqueado y en los que yo había jugado con su fantasía.
Después de un buen rato de locura y placer le dije – y para celebrarlo, este próximo fin de
semana podemos salir con los chavales y gastamos los 150 €, ¿te parece bien?
–
Ricardo Alas
Muy bueno :)
ResponderEliminarLa imaginación, la fantasía con un toque de atrevimiento pueden enrriquecer mucho las relaciones de pareja y darle a la vida un toque más juguetón y hermoso. Que lo goces probándolo. Gracias
EliminarExcelente!!!!! Como siempre...tus artículos son una inspiración!!! Creo que tenemos mucho que aprender a cada día, para mejorar nuestras relaciones!! Saludos!!!
ResponderEliminarLa inspiración surge cuando la pasión, el deseo, la ilusión... quieren sumarse al amor y empujan juntas hacia el cielo, hacia la diosa o el dios que llevamos dentro. De ahí surge el sexo maravilloso que intento transmitiros.
ResponderEliminarMe gustaría adentrarme al sexo tantrico donde podría encontrar información
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