jueves, 18 de febrero de 2016

EL SEXO TÁNTRICO, o cómo subir al cielo haciendo el amor.

El Sexo tántrico no es algo tan difícil como creen algunos, no requiere de años de meditaciones ni ejercicios complicados o muchas prácticas… ni es algo imposible para los occidentales. El tantra está al alcance de todas las edades, géneros, orientación sexual y creencia religiosa, siempre y cuando seamos aprendices conscientes, deseosos de honrar nuestro sexo, nuestro corazón y nuestra alma.
El Tantra es la red que las energías masculina y femenina tejen desde el origen de todos los tiempos y que,  evidentemente, tiene mucho que ver con la relación sexual entre ambas energías. Todos sentimos, vivimos con ellas, de modo inconsciente, predominando una u otra en función de nuestro cuerpo, genética, momento de vida, y también pareja con la que nos relacionemos.
Cuando empezamos a ser conscientes de esta danza de energías, cuando uno se adentra  en esta nueva comprensión de la sexualidad sagrada, ya no hay marcha atrás, todo el sexo que no esté bajo esta forma de ver la vida carecerá de sentido y no te llenará, ya que la sensación de placer físico, emocional y espiritual que se abre con el sexo tántrico no es comparable con nada más.
El Tantra busca la comunión y el placer de los cuerpos y las almas, por ello su meta no es el orgasmo, sino el éxtasis… con esta sexualidad entramos en otra dimensión.
Sus características esenciales son:

  • Crear un espacio-tiempo sagrados.
    • Aunque sea un sexo rápido, impetuoso, apasionado, la consciencia de ambos lo sitúa en otro nivel. Cuando hay consciencia, el tiempo y el lugar se convierten en un templo del sexo.
  • Estar presentes.
    • Si queremos sentir plenamente el placer, es necesario que aprendamos a estar presentes dentro de nuestro cuerpo, dejando la mente aparte, para vivir en plenitud cada sensación y emoción, cada chispa de luz.
  • Respirar conscientemente.
    • Absolutamente necesaria para expandir la energía sexual en cada uno de los rincones de nuestro cuerpo y ampliarla además, en solitario o sumando con nuestra pareja. Los orgasmos dejan de ser sólo genitales y además de más largos e intensos se llegan a sentir de verdad en todo el cuerpo.
  • Relajarnos.
    • Cuanto más nos abrimos y menos tensos estamos, más podemos sentir el cuerpo y más libremente puede circular la energía sexual, para llegar a cada rincón de nuestro ser.
  • Mirarnos sin prisas.
    • Cualquier sexo puede ser consciente y tántrico, pero la calma, las no prisas, mirarnos a los ojos, sentirnos, permiten saborear mejor cada momento.
  • Ser flexibles.
    • En el sexo tántrico dejamos que sea el cuerpo el que decida lo que le apetece, aquí es la energía la que manda, la que decide el próximo movimiento, disfrutando del placer que produce el abandono de la mente.
  • Ser multiorgásmicos.
    • Tanto para Mujeres como Hombres, ya que el hombre puede aprender a diferenciar el orgasmo de la eyaculación y por lo tanto a controlarla a voluntad. De esta forma los orgasmos pueden dejar de ser solo genitales y pasar a ser extáticos, con una duración y un placer desconocidos para la mayoría.  
Cuando se practica el sexo utilizando estos ingredientes uno se siente unido, a través de su compañero/a, a todo lo que está vivo, siente que es parte del gran baile de la existencia, puede sentir la fusión con ella. Siente que su energía puede expandirse más allá del cuerpo y fusionarse con la vida.
El sexo deja de ser sexo para convertirse en algo muy superior. Aunque sigue siendo natural, espontáneo y dándonos todo el placer, se transformará en una de las experiencias más maravillosas y extáticas que nos puede ofrecer la vida.

Por Ignasi Tebé, escritor, sanador y maestro de Tantra. Colaborador de SexAcademy Barcelona (este artículo fue publicado, con anterioridad en su blog)