martes, 29 de diciembre de 2015

LOS/LAS BUENOS AMANTES NO PIENSAN, SIENTEN

 Puede que muchos lectores piensen que para ser un o una buen/a amante hace falta leer muchos tips, muchos consejos, muchas técnicas y sobre todo mucha práctica… nada más lejos de la realidad; para ser un buen amante, tanto, si eres hombre como mujer, solo se precisan unas pocas condiciones: sentir con el cuerpo, con la mente, con las emociones y el alma.

Estamos en una sociedad donde valoramos más el pensar y el hacer que el ser y el sentir, y, en consecuencia, la sexualidad también cayó en esta encerrona.

El buen sexo es aquel en el que quien lo da siente, está presente, disfruta, vive intensamente todos y cada uno de sus sentidos: mira, observa, curiosea, descubre todas las maravillas que encierra el cuerpo del otro, por fuera y por dentro, sabe escuchar la música, las palabras, los latidos del corazón, la respiración, los suspiros y jadeos, siente lo que la piel del otro le está susurrando,  aprecia los olores de su pareja, sudor,  genitales, menstruación… y gusta de enriquecerlos con aceites aromáticos, pétalos, hierbas, frutas, especies… sabe saborear besando, lamiendo, chupando o sorbiendo los labios de arriba, también los de abajo, el sexo, las manos, los pies, el cuello, le gusta comer sobre tu cuerpo o beber un buen vino en tu ombligo... y sabe tocar, disfruta haciéndolo, puede llegar a un orgasmo masturbándote o acariciando tu pecho.

El/la buen amante, ama reinventarse, crear, imaginar, fantasear y sobre todo jugar cada día.

El/la buen amante no tiene porque ser un experto en sexo oral, ni en sexo anal, ni saber del arte de atar, puede no conocer las mejores maneras de someterte o entregarse, o puede que sólo sepa unas pocas posturas del Kamasutra y que no haya practicado nada de Tantra, que el porno clásico no le guste y le fastidie que le digan cómo ha de hacer el amor, porque ama reinventarse, crear, imaginar, fantasear y sobre todo jugar cada día.

Quienes son buenos amantes disfrutan hasta el éxtasis dejándose llevar por el placer de sentir y de hacerte sentir, de sorprenderse a sí mismos/as a cada instante y por lo tanto de sorprenderte a ti, pueden llevarte al orgasmo con un dedo del pie o con la nariz o hacerte sentir muy felina mordiéndote la nuca; sus manos pueden ser suaves como plumas cuando te acarician o muy firmes cuando te sujetan, sabe como tocar tu cuerpo y cuando lo hace intuye lo que tus suspiros le están diciendo… ¡me gusta!, ¡más intenso!, ¡estás loca!, te quiero…

Le surgen infinitas imágenes, juegos, fantasías que anhela sentir y vivir algún día contigo

Su forma de sentir con la mente es la de aprender desde el primer día, porque es curioso/a y esta cualidad infantil le ha llevado a buscar, ver, leer, preguntar, escuchar, consultar, curiosear, experimentar…y puesto que es creativo/a, le surgen infinitas imágenes, juegos, fantasías que anhela sentir y vivir algún día contigo. Como que el/la buen amante es abierto/a y le gusta comunicarse, compartirá sus sueños y aspiraciones contigo, te seducirá para embriagarte con ellas y llevarte al terreno donde el sexo, el amor, el juego, la pasión, los sentimientos y el alma se funden, comulgan.

Estos seres tan especiales, además de poderosos, son tremendamente vulnerables, no tiene miedo y por ello pueden manifestarse tal cual son, sin corazas, sin máscaras, auténticas… puedes sentir como se emocionan acariciándote, sentirás caer sus lágrimas de emoción sobre tu piel desnuda, sabrán reír incluso en los momentos más álgidos del sexo, sentirás en tu cuerpo como vibran, se emocionan, comprenden, escuchan, compadecen de corazón, te ofrecen todo lo que tienen…

Y además son conscientes de lo que viven y sienten, por ello son agradecidos, saben pedir con confianza y ofrecer con generosidad, saben pisar la tierra y mirar al cielo y sentir el deseo de fundirse con las estrellas.

“Aquel día las yemas de mis dedos me transmitían íntegramente todos los mensajes del cuerpo de ella, no sé porqué sentían su calma, su abandono, su paz y la mecían suavemente deslizándose, casi flotando, bailando sin tocar el suelo sobre su cara, sus párpados, su cuello, sus senos… parecía que de la punta de cada dedo emanara una suave y cálida brisa que acariciaba su piel, mis dedos envidiaban el aleteo de la mariposa y se contoneaban sensualmente buscando el despertar de la belleza, el amanecer de sus deseos.

Se arqueó suspirando, gimiendo por el dulce placer y sin abrir los ojos entendí que deseaba recibir otras sensaciones de mis excitantes yemas. Los dedos, las manos cambiaron suavemente el ritmo, ya no pensaba, sólo sentía y bailaba con ellas, buscando instintivamente sus zonas de placer, dibujando mapas obscenos sobre su piel, despertando susurros y jadeos de lujuria y placer, subiendo la fragancia sensual de su cuerpo, embriagándome con sus aromas, humedeciendo mis manos, mojando mi sexo.

Nuestra respiración se aceleró, íbamos al mismo ritmo, los acordes de nuestros cuerpos, nuestros latidos, jadeos, palabras sonaban todas rítmicamente componiendo una melodía embriagadora y sensual, sentí que su clímax se acercaba y “algo me dijo”: cambia.

Dejé de acariciarla y me puse sobre ella, mirándola en silencio, con una sonrisa en los labios y pensando lo mucho que deseaba penetrarla… tuvo una pequeña convulsión y me dijo: te quiero dentro, poséeme amor, quiero ser tuya. Sentí que debía hacerla esperar y la besé con dulzura para proseguir con un beso apasionado de los que te piden aliento para suspirar, me estaba poniendo a mil y sentí que a ella le pasaba lo mismo.

Lentamente coloqué mi pene sobre la humedad de su sexo y suavemente, sin dejar de besarla, fui entrando en su interior, sintiendo el placer de su abrazo genital, el calor húmedo de sus entrañas… Otra vez sentí que debía hacerlo todo con mucha calma, empujé a fondo y me quedé quieto con todo mi sexo en el suyo, sintiendo el placer de ser su prisionero y de saber que pronto moriría allí. Inicié una suave y lenta rotación de mi cintura, dándole con la punta de mi pene un ligero toque que acariciaba su interior, su respiración empezó a acelerarse y la mía a sincronizarse con la suya, era algo muy profundo, una sensación especial que me hacía sentir como si fuera penetrando poco a poco sus entrañas, buscando los latidos de su corazón, cada vez más cercano.

Le dije cosas que olvidé y ella me dijo: sigue así, sigue así… qué dulce, que lento, que…. y estalló, me dejé ir y estallé también cuando ella aún estaba en su dulce muerte, la abracé para morir con y en ella”.

Los buenos amantes no son fáciles de encontrar porque alguien los descubrió antes que tu… pero sepas que existen y lo mejor de todo, tú podrías ser uno/una de ellos.

Ignasi Tebé

Terapeuta, escritor y facilitador de talleres y cursos para Hombres, Singles y Parejas

Tel/WhatsApp 667 761 640, Mail: conexión@ignasi-aurea.com