viernes, 31 de octubre de 2014

SEXO SENTIDO: intuición

Éste es el último o el primero de los seis sentidos, la síntesis de todos ellos o la negación de los mismos, porque en la intuición radica la clave misteriosa y mágica de cualquier sensación que deseemos transmitir o recibir.
Qué sería de una mirada sin intención, fría, distante, que no te llega o que pasa de largo, una mirada que no transmite lo que el otro espera o desea, una mirada que en vez de encandilar, producir ternura, lágrimas de amor, encender pasiones, desnudarte o poseerte es simplemente nada, vacío.
Detrás de cada sentido hay una actitud, una intención, un deseo, una pasión… o simplemente no hay nada o muy poco, ausencia, vacío, hastío, rutina, aburrimiento o peor aún, rabia, odio, envidia, resentimiento, miedo, …
Imaginaros la pobreza sensual que tendríamos si cada mensaje emitido, con nuestros sentidos, no fuera la respuesta a lo que nuestro/a amante está deseando. La capacidad de intuir los mensajes ocultos de su cuerpo, de sus emociones y de su alma es lo que puede hacernos unos amantes inagotables, distintos, cambiantes e impredecibles a cada instante y por lo tanto radicalmente opuestos al aburrimiento y la rutina.
Escuchar y/o sentir lo que el otro desea, lo que nuestro interior nos sugiere, lo que el inconsciente nos inspira, es un lenguaje sutil que va más allá de lo sensual y se acerca algunos pasos a la magia del amante.
La percepción de mis/sus olores, de las combinaciones olfativas que nos surjan de forma espontánea, de la intención que ponemos al oler o ser olfateados, del olor especial que queremos ofrecer o del estado anímico en el que debemos estar para transmitir el matiz que se desea, todo ello nos producirá distintas frecuencias en nuestras feromonas, con distintas secuencias de placer.
Y qué decir de la intención que ponemos en el misterioso mundo del sonido, cuando respondemos con susurros y gemidos a los placeres que nos proporcionan o cuando hemos de interpretar estos sonidos nacidos de sus entrañas para descifrar lo que nuestra pareja está sintiendo. Podemos ser el susurro marino de la caracola, el vaivén de una barca o la más agitada furia tormentosa de una mar brava. Palabras tiernas, dulces, amorosas, sensuales, estimulantes, excitantes, apasionadas, lujuriosas, endiabladamente salvajes… un exquisito repertorio que solo podremos utilizar sabiamente si escuchamos su interior, si intuimos sus necesidades.
La intuición debe residir en cada célula de nuestro cuerpo para percibir lo que no se transmite, lo que está oculto, lo que simplemente vibra. Así nuestro cuerpo sabrá cuando la caricia esperada es la de una sutil pluma, la del aleteo de una mariposa, la de una mano amiga, tierna, amorosa, cálida o apasionada, fuerte, que araña, rasga, cachetea, pellizca o mece cual cuna.
Intuir es escuchar el lenguaje de nuestra alma, del gran subconsciente, de nuestros genes y ADN, es plasmar, sin filtros, lo que nace en nuestro interior, sin buscar explicaciones ni lógica alguna.
Este sexo sentido es el que nos puede hacer grandes amantes, en la búsqueda constante del orgasmo todavía no creado.
“Aquel día las yemas de mis dedos me transmitían íntegramente todos los mensajes del cuerpo de ella, no se porqué sentían su calma, su abandono, su paz y la mecían suavemente deslizándose, casi flotando, bailando sin tocar el suelo sobre su cara, sus párpados, su cuello, sus senos… parecía que de la punta de cada dedo emanara una suave y cálida brisa que acariciaba su piel, mis dedos envidiaban el aleteo de la mariposa y se contoneaban sensualmente buscando el despertar de la belleza, el amanecer de sus deseos.
Se arqueó suspirando, gimiendo por el dulce placer y sin abrir los ojos entendí que deseaba recibir otras sensaciones de mis excitantes yemas. Los dedos, las manos cambiaron suavemente el ritmo, yo no pensaba, sólo sentía y bailaba con ellas, buscando instintivamente sus zonas de placer, dibujando mapas obscenos sobre su piel, despertando susurros y jadeos de lujuria y placer, subiendo la fragancia sensual de su cuerpo, embriagándome con sus aromas, humedeciendo mis manos, mojando mi sexo.
Nuestra respiración se aceleró, íbamos al mismo ritmo, los acordes de nuestros cuerpos, nuestros latidos, jadeos, palabras sonaban todas rítmicamente componiendo una melodía embriagadoramente obscena, sentí que su clímax se acercaba y “algo me dijo”: cambia.
Dejé de acariciarla y me puse sobre ella, sujetando mi cuerpo con mis brazos, mirándola en silencio, con una sonrisa en los labios y pensando lo mucho que deseaba penetrarla… tuvo una pequeña convulsión y me dijo: te quiero dentro, poséeme amor, quiero ser tuya (otra vez mi intuición había funcionado). Sentí que debía hacerla esperar aunque sin parar, la besé con dulzura para seguir con un beso apasionado de los que te piden aliento para suspirar, me estaba poniendo a mil y sentí que a ella le pasaba lo mismo.
Lentamente apunté mi pene sobre la humedad de su sexo y suavemente, sin dejar de besarla fui entrando en su interior, sintiendo el placer de su abrazo genital, el calor húmedo de sus entrañas… Otra vez sentí que debía hacerlo todo con mucha calma, empujé a fondo y me quedé quieto con todo mi sexo en el suyo, sintiendo el placer de ser su prisionero y de saber que pronto moriría allí. Inicié una suave y lenta rotación de mi cintura, dándole a la punta de mi pene una ligera rotación que acariciaba su interior, su respiración empezó a acelerarse y la mía a sincronizarse con la suya, era algo muy profundo, una sensación especial que me hacía sentir como si fuera penetrando poco a poco sus entrañas, buscando los latidos de su corazón, cada vez más cercano.
Le dije cosas que olvidé y ella me dijo: sigue así, sigue así… qué dulce, que lento, que…. y estalló, me dejé ir y estallé también cuando ella aún estaba en su dulce muerte, la abracé para morir con y en ella.
Nadie me había enseñado todo esto, simplemente me dejé sentir por esta maravillosa intuición que me iba dictando lo que era mejor en cada momento”
Deseo que este ejemplo os ayude no sólo a entender lo que quiero decir, sino a vivirlo con la magia y profundidad que, desde hace unos años, por fin, puedo vivirlo.
Que vuestro sexo sentido os lleve a los orgasmos más bellos jamás imaginados y que podáis compartirlo y comentarlo, si lo deseáis.
Ricardo Alas

martes, 28 de octubre de 2014

Tentación irresistible

Hacía días que nuestra sexualidad estaba atravesando un periodo de calma, sexo tranquilo, clásico (vainilla), muy placentero pero con poca chispa, ella había asistido a un taller para mujeres en el que la conexión de sus genitales con la Madre Tierra la estaban haciendo sentir, cada día, más mujer.

Se la veía entusiasmada con el descubrimiento maravilloso de su sexualidad unida a la Tierra, a la Diosa Madre y a ella misma… danzaba sin motivo, su cara era más de niña, su alegría llenaba la casa, me besaba más, estaba más cariñosa y juguetona que nunca; algunas veces en medio de su divina locura me introducía los dedos en sus bragas para demostrarme lo húmeda y apasionada que se sentía. Me encantaban los cambios que estaba haciendo, sentirla mujer, sentir el ardiente deseo de su cuerpo, amarla con locura y fundirme con su parte más íntima, con su alma, comprendiendo y sintiendo sus emociones, su mágico proceso.

Tales cambios merecían una aportación creativa extra, no podía tratar a mi diosa como siempre, sus cambios merecían mis cambios también y me puse a pensar cuáles podían ser sus deseos más ardientes, para intentar satisfacerla como mujer y como diosa.

Recordé su calentura cuando un día, frente al ordenador, vimos juntos una película porno de éstas nuevas de ahora, con argumento, más emocionales y decidí ponerme las pilas e intentar reproducir lo más fielmente el argumento dentro de mis posibilidades.

Sabía de su debilidad para con los hombres apañados que sabían reparar averías domésticas; nuestro lavavajillas llevaba unos días averiado y queríamos llamar al técnico para que lo reparara… me informé de dónde estaba el problema y de cómo arreglarlo, me hice con las piezas necesarias y preparé mi plan.

La llamé con una voz desconocida (lo más masculina y sensual posible) para decirle si le iría bien que pasase a reparar el electrodoméstico a las 4 de la tarde (ella estaba en casa, los hijos llegaban sobre las 6 y yo no llegaba casi nunca antes de las 7). Me dijo que sí y quedamos.

Me llamó para darme las gracias por haber llamado al técnico: - no me lo dijiste – comentó; - disculpa, no me acordé -  le contesté, - por cierto te dejé un sobre en el cajón con 150 € para que puedas pagarlo -, le deseé éxito, le envié un beso y colgué.

A la hora convenida me presenté en casa, disfrazado con un mono azul, algo desabotonado, con gorra, gafas de concha y una barba postiza que alquilé; no faltaba la caja de herramientas de mi oficina, con las piezas que había comprado. Seguí con mi voz sexy al llegar y le pedí que me mostrara la cocina. La noté un poco nerviosa y la miré provocando en ella un ligero escalofrío; le dije - si la necesito para algo ya la llamaré, gracias guapa…- se fue y me puse a reparar la parte averiada. No quería que me reconociera tan pronto y además el morbo de la situación bien valía un rato de intriga.

Me desabotoné más la parte superior del mono, sentía calor por fuera y sobre todo por dentro,  estaba sudando tumbado en el suelo, en medio de mi trabajo y ella apareció para preguntarme si todo iba bien, le dije que me estaba costando un poco más de lo previsto por la dificultad en acceder a un rincón del interior, donde estaba la pieza dañada (esto lo dije con toda mi mala intención), tenía la cara medio escondida tras el lavavajillas y confiaba en mi gorra, barba y gafas para no ser descubierto todavía. Le pedí un vaso de agua, por lo que tuvo que acercarse más a mi, ya que los vasos estaban casi encima mío. Sus hermosas piernas quedaron a mi alcance por un momento y yo le dije - gracias señora, por el agua y por esta hermosa vista…- mirándole descaradamente las piernas, lancé un breve suspiro antes de volver a mi trabajo, ella se apartó de forma automática pero con un deje de coquetería que noté de inmediato.

Seguí y poco antes de terminar la llamé, - señora necesitaría la escoba y el mocho para limpiar debajo antes de volver a meterlo dentro –(con todas las segundas intenciones del mundo), sabía que tenía que pasar por donde yo estaba y que casi no había espacio. Así me lo indicó y yo me arrimé a la pared para dejarla pasar no sin aprovechar la ocasión para rozarla un poco más de lo normal.

Le dí las gracias y le pedí si podía quitar la luz por un momento, antes de conectarlo todo, sabía que era algo que le costaba, porque nunca acertaba con el diferencial correcto y tenía miedo de quitar toda la corriente por el módem y otros aparatos.

Me pidió ayuda cuando abrió la caja del contador; yo aproveché la situación de forma muy astuta para arrimarme más a ella, por su espalda, no tenía escapatoria y buscando entre los diferenciales, le dí un buen achuchón, la sentí aturdida, sabía de su amor por mí, pero la conocía lo suficiente como para darme cuenta que una de sus fantasías favoritas estaba poniéndola a 100.

No le dí oportunidad para mirarme a la cara y volví para limpiar el hueco y luego a ponerme dentro para realizar las conexiones. Sabía que en este momento ella estaba pasando un mal rato, turbada por su tentación, deseosa de lanzarse, y a su vez temerosa de hacerle daño a su marido. Una vez dado el diferencial, hice la prueba de funcionamiento y en voz alta dije, -¡perfecto, ya funciona! -, sabía que vendría de inmediato y que su tentación estaba llegando al final, cargué mis últimos cartuchos y me puse a recoger las herramientas agachado en el suelo y dándole la espalda, sé que le gusta mucho mi culo…- ¿así que ya está? – dijo, - si señora, recojo las herramientas y le hago la nota, serán… 220 € - ¿220 €? – exclamó, - ¿le parece demasiado señora? - (con rin tintín) – es que mi marido sólo me dejó 150 € para pagarle subió algo más de lo previsto por la dificultad que le comenté – todavía de espaldas – aunque si quiere… podemos arreglarlo guapa…-

No pude hacerla sufrir más y me dí la vuelta, levantándome y acercándome a ella en tono seductor; sentí que flaqueaba… y me descubrí: primero me quité la barba, luego las gafas… mientras ella exclamaba – ¡serás cabrón! – sin mediar palabra empecé a desnudarla rápidamente y a decirle palabras como – sí soy un cabrón - ¿te gustan los cabrones? – ¿cómo quieres que te folle? – te voy a hacer mía aquí, en la cocina – una vez desnuda de cintura para arriba, le bajé la falda y las bragas de una vez y con decisión la tomé desde atrás arrancándole un – ¡joder!, a veces me gustas así de animal… no se lo digas a nadie…- yo la conocía y sabía de su anhelo más profundo, de su fantasía de ser poseída sin contemplaciones, por aquel mecánico, el hombre que la había estado tentando y calentando todo el rato, y así fue; el resto ya os lo podéis imaginar, fue una de las veces en que lo hicimos más apasionadamente sin dejar de comentar, entre suspiros , gritos y risas, los momentos en los que ella había flaqueado y en los que yo había jugado con su fantasía.

Después de un buen rato de locura y placer le dije – y para celebrarlo, este próximo fin de semana podemos salir con los chavales y gastamos los 150 €, ¿te parece bien?

Ricardo Alas

viernes, 24 de octubre de 2014

El Masaje del Yoni

El Tantra, dentro de las artes y rituales del Maithuna (unión sexual) posee una práctica muy hermosa que es el masaje de los órganos sexuales tanto femeninos como masculinos.
El yoni es el nombre sánscrito de la vagina y significa Templo Sagrado, por lo que es notable como esta concepción resulta mucho más respetuosa y poética que la de Occidente. 
El masaje del yoni -que es del que se hablará en esta oportunidad- pretende que la mujer se relaje antes de la unión sexual, que pueda disfrutar del deseo verdaderamente para que se despierten todos sus sentidos. Este masaje es muy recomendado pues crea entre la pareja todo un vínculo de intimidad y confianza que hará que la unión sea más relajada y natural. Incluso se recomienda cuando la mujer posee traumas o prejuicios que le limitan sus capacidades sexuales de sentir placer. Por su parte, el hombre experimentará placer al observar las reacciones de placer y pasión de su compañera.
Ahora bien, el masaje del yoni no pretende provocar el orgasmo. A veces este puede sobrevenir, pero la búsqueda es provocar placer al yoni, y que la mujer pueda disfrutar sin pensar en que debe alcanzar un objetivo.
Esta práctica tántrica ayuda a que se liberen muchas tensiones, a que la mujer se adueñe de su cuerpo y a que el hombre la honre y respete. Él estará ofreciendo y observando y ese será su único motivo de satisfacción pues no hay retribución, así él estará
pendiente únicamente del placer de su compañera y olvidará su propio deseo, por lo que la práctica rompe con el egoísmo que muchas veces afecta al hombre occidental.
En el Tantra, es importante no olvidar que la mayoría de las actividades sexuales son interpretadas y entendidas como rituales, y como cualquier ritual deben llevar su preparación. La preparación del masaje del yoni incluye un delicioso baño para ambos, un espacio íntimo y silencioso ambientado con música, velas, incienso, almohadones, aromas, y mucho tiempo. Además, antes que cualquier actividad sexual se recomienda ir al baño, para tener el estómago y la vejiga vacíos y ser más  ágiles.
El contacto de la pareja se inicia con abrazos, cariños sensuales, intercambio de largas miradas, un reconocimiento del cuerpo de ambos, para provocar un sentimiento de seguridad y por lo tanto la desinhibición de ambos.
Después de esta preparación, la mujer debe acostarse sobre su espalda y apoyar la cabeza sobre almohadones para que pueda mantener contacto visual con su compañero y observar sus genitales. Bajo su cadera, también debe haber un cojín. Sus piernas deben estar totalmente separadas y levemente dobladas, para que los genitales estén bien expuestos y el masaje pueda darse con facilidad.
Por su parte, el hombre deberá sentarse entre las piernas de la mujer, con sus piernas cruzadas o -si se puede- en posición de loto. Antes de iniciar el masaje es recomendable que ambos hagan unas sesiones de respiración profunda, lo que generará una mayor disposición. La respiración no debe olvidarse nunca, ni siquiera en los momentos de mayor placer. Cuando ella se olvide de hacerlo, su compañero debe recordárselo suave y sutilmente.
El masaje del yoni no debe comenzar de entrada, sino que primero se deben acariciar otras partes del cuerpo como las piernas, las ingles, los pechos, el vientre, e irse acercando poco a poco al Templo Sagrado, para que ella se vaya acostumbrando a la idea de ser acariciada y vaya asimilando el placer que irá en aumento paulatinamente.
Después, se aplicará un aceite o lubricante especial para el acto sexual en el montículo del yoni conocido como Monte de Venus. Así, el aceite cubrirá toda la parte externa del yoni, y alcanzará los labios mayores, lo que potenciará las sensaciones de la mujer y calentará la zona.
Ahora sí se procede al masaje, el cual debe iniciar en la zona del Monte de Venus y los labios mayores, el masaje debe ser lento y suave, no hay que apurarse ni provocar fuerte presión, hay que recordar que lo más importante es el placer que se irá sintiendo, poco a poco.
Luego, con el dedo índice y el pulgar, el hombre debe sostener delicadamente el labio mayor o exterior y apretar, mientras se desliza a lo largo de ambos labios. Con calma, se procede de la misma forma con los labios menores, y se toma el tiempo que se desee.
Mientras sucede esto, la mujer puede acariciar sus propios pechos o simplemente puede disfrutar de lo que está ocurriendo sin olvidarse de respirar profundamente. Es importante que se intercambien miradas lo más posible, y que conversen poco, mejor sensualmente. Ella incluso puede indicarle a él, como le gusta que la acaricie y como se siente mejor.
Seguidamente, y con delicadeza se acaricia el clítoris de forma circular y siguiendo las agujas del reloj, luego en el otro sentido. Con el índice y el pulgar se presiona el clítoris suavemente, ante este estímulo la mujer se excitará bastante, por lo que hay que tranquilizarla y hacer que recuerde respirar profundamente.
A continuación, y con mucho cuidado, se introduce el dedo del centro de la mano derecha en el yoni. El uso de la mano derecha es importante, pues así se cuida la polaridad enérgica que indica el Tantra (la mano derecha es la más masculina). Con este dedo se explora el interior del yoni, cambiando de velocidad, de presión y de dirección. La palma de la mano debe estar direccionada y presionando un poco hacia arriba, mover el dedo que está adentro hacia la palma; esto alcanzará el punto G (punto sagrado), y la mujer sentirá gran placer. También puede introducirse el dedo anular y seguir con el masaje, mientras con el pulgar se estimula suavemente el clítoris, esto provocará gran satisfacción.
Si la mujer está dispuesta se puede ir al siguiente nivel, e introducir el dedo meñique de la mano derecha en el ano con ayuda de un lubricante. Eso sí, una vez que esto se ha hecho este dedo no debe introducirse en la vagina. Según el Tantra, esta postura equivale a sostener los misterios del universo en la mano. 
La mano izquierda puede ayudar a estimular el clítoris o los pechos de la mujer. No se recomienda que el hombre se toque a sí mismo, pues perderá la concentración. Es importante mantener el ritmo de la respiración (tanto él como ella), mirarse constantemente a los ojos, y tener paciencia para disfrutar totalmente del momento.
Si en algún momento, la mujer se pone a llorar, no hay que preocuparse, es totalmente normal, pues sus emociones están siendo alteradas, y un efecto lógico de la tranquilidad, o el gran placer que siente pueden ser las lágrimas. Eso sí, es importante asegurarse de que lo está disfrutando, pues sólo así el masaje cumplirá su objetivo.
También es posible, que ella tenga uno o varios orgasmos. En tal caso, se requiere que ella recupere el ritmo de la respiración, pero se puede continuar con el masaje si ella lo desea. Muchas mujeres desarrollan la capacidad multiorgásmica gracias a estas prácticas tántricas.
Una vez que ella ya no desea más masaje, el hombre debe detenerse suavemente, y respetuosamente retirar su mano del yoni. Ahora es momento para disfrutar de las reminiscencias del masaje. Pueden abrazarse y descansar muy cerca. Esto unirá mucho a la pareja.
Una vez relajados los dos podrán optar por dejarlo o continuar con una relación más sexual.

Ignasi Tebé

jueves, 23 de octubre de 2014

El Masaje del lingam

La palabra sánscrita para denominar el órgano sexual masculino es Lingam, y le da una connotación muy respetuosa, ya que significa Vara de Luz que canaliza la energía y el placer.

El masaje del Lingam tiene como propósito relajar y sanar al hombre y ponerlo en contacto con su parte más sensible. La relación de la pareja se vuelve más respetuosa, y además los papeles tradicionales de los sexos se ven intercambiados, lo cual es muy sano para la relación.

El masaje del Lingam fortalece los vínculos de intimidad que existen en la pareja, y además sana algún trauma, experiencia o aspecto negativo que haya existido hacia el sexo. Por eso, el orgasmo y la eyaculación no son el objetivo primordial de este masaje, sino la exploración de una nueva forma de placer que no esté condicionada por factores tradicionales como alcanzar el clímax.
La práctica de este masaje puede ayudar mucho a controlar la eyaculación, a gozar de orgasmos sin eyaculación y por descontado a favorecer la multiorgasmia en el hombre.

Para realizar este masaje es importante prepararse tanto emocional como físicamente. Se recomienda que la pareja se de un buen baño relajante. Es mejor vaciar el intestino, ya que la experiencia sexual es más agradable  (podemos ayudarnos de un enema o similar).

Para que la pareja se conecte, es una buena idea -al igual que con el masaje del Yoni- acercarse y acariciarse tiernamente, abrazarse y mirarse a los ojos, con la idea de derribar las fronteras o murallas que estén separando a la pareja.

Luego, el hombre debe recostarse sobre su espalda, de forma cómoda, encima de almohadones que le levanten el torso y la cabeza. Sus piernas deben estar cómodamente separadas con las rodillas un poco dobladas, y los genitales totalmente expuestos para que el masaje sea totalmente efectivo. Es necesario empezar a respirar profundamente de forma pausada.

Tomar un poco de lubricante sexual y esparcirlo tanto por el lingam como por los testículos y zona perineal. Con mucha delicadeza, la mujer debe iniciar el masaje en los testículos y en el escroto, haciendo que toda esta área se relaje. Luego, se acaricia suavemente el hueso púbico o pélvico y el perineo. Cuando se llegue a esta zona hay que ser especialmente cuidadosa, pues el perineo (que se encuentra entre los testículos y el ano) es una zona que pocos hombres heterosexuales permiten que se les toque o excite.

Posteriormente, se procede a acariciar el cuerpo del Lingam, variando la presión y la velocidad, para que el estímulo varíe de intensidad y resulte más placentero. Hay que recordar que el hombre estará asumiendo una posición pasiva que no necesariamente le es familiar, por lo que no hay que permitirle moverse. Hay que mirarlo a los ojos, pedirle que se deje querer con palabras sensuales y dulces y recordarle que respire profundamente.

Con la mano derecha, se presiona la base del lingam, luego se desliza hacia arriba y luego hacia abajo, pero alternando con la mano izquierda. Mantener estos movimientos durante cierto tiempo, y después empezar a presionar en la cabeza del Lingam, y seguir alternando de manos.

Ahora, hay que masajear la parte de arriba, glande o cabeza del Lingam como si se fuera a exprimir una fruta. Si la erección se pierde un poco, no hay de que preocuparse. Es totalmente normal, y de hecho es muy positivo si se ve desde el Tantra, pues es como pasear por todo el espectro del placer.

Si el momento del orgasmo o eyaculación se acerca, hay que detener un poco la estimulación, pues este no es el objetivo, para el tantra alargar lo más que se pueda el momento de eyaculación es una forma de obtener más placer, de despertar el Kundalini, flujo energético en el cuerpo humano, y una forma de que el hombre pueda volverse, poco a poco, multiorgásmico.

Seguidamente, se masajea el Punto Sagrado o perineo que se encuentra entre el ano y los testículos, hay que ser muy delicado, pues si no puede causar dolor. La línea divisoria entre el placer y el dolor es muy pequeña, este masaje se hace con la izquierda, mientras se acaricia el Lingam con la derecha.

Una opción es buscar este punto internamente por el ano, sin embargo esto debe ser con la aprobación del hombre ya que por lo general -debido a viejos prejucios- se ve cuestionado en su virilidad y la idea no es complicar el ambiente con tensiones innecesarias. Si él acepta de buen grado, y no representa problema para ti, entonces usa lubricante sexual, introduce el dedo y busca la próstata hacia el frente, moviendo el dedo hacia tu palma.
Si él lo desea, puedes estimular el lingam al mismo tiempo, pero recuerda que no hay que permitir que llegue al orgasmo, pues entonces se acaba la diversión y el placer.

Después, si él siente deseos de llegar al orgasmo, déjalo y si quieres ayúdale, pero recuérdale respirar y no contraerse mientras lo experimenta, para que así el momento sea sublime.

Una vez que se ha terminado el masaje, puedes quedarte con él en un tierno abrazo o si él lo prefiere, entonces déjalo sólo para que saboree lo que acaba de ocurrir en toda su magnitud.

Que lo gocéis en toda su plenitud.

Ignasi Tebé

martes, 21 de octubre de 2014

Diosas del Sexo y del Amor


 En mi lento caminar por esta vida y por este mundo, a medida voy avanzando hacia mi destino, voy embelesándome cada vez más en lo femenino.

Mis sentidos se han despertado de un letargo ignorado, mi pasión se enciende con un fuego desconocido y mi amor fluye de forma divina, desde mi alma y desde mis oscuras entrañas.

No sé que clase de hechizos me están echando estas diosas que me estoy enamorando, cada día, cada minuto, más de ellas. Empecé con la aparición divina de la diosa que todas las mujeres llevan escondida en su interior.

Estos últimos días estoy descubriendo con su ayuda mucho más y quiero narrarlo para no olvidarlo jamás:

Cuando la Diosa Madre y la Diosa Guerrera sienten que han hecho bien su labor y deciden relajarse, florecen en la mujer las Diosas Amante y Sacerdotisa.

Ellas están entre la Luna Nueva, la oscura que no se ve y su ciclo creciente, que culminará mostrando todo su esplendor y belleza.

La Diosa Amante puede adoptar mil caras, como todas las diosas y todas ellas son infinitamente atractivas, deseables y divinas. Puede parecer perversa o viciosa, puede pedirte lo que no imaginabas o plasmar los sueños ocultos de toda tu vida, darte y dejar que le des, amarte y dejar que la ames, ser tu sierva sumisa, grácil y dócil o ser tu ama que te hará sentir lo que tenías oculto en tu interior más oscuro.

Puede ser sensual, sexy, divina, espiritual, dulce, tierna, apasionada, explosiva, tímida y atrevida a la vez, humilde y arrogante, débil y poderosa, viciosa y sublime, lujuriosa, embriagadora, cautivadora y llevarte a un mundo desconocido donde el sexo, los cuerpos, las emociones, el alma y lo divino se funden todo en uno.

A la que empecé a descubrir, sentir y gozar a mi Diosa, todo empezó a cambiar en mi interior, porqué en la lujuria más apasionada sentía su fuerza y su amor sanador, en su néctar genital, mi fuente de la eterna juventud, en su cuerpo y en su piel un camino hacia el cielo, en su interior… el templo del amor, de la Diosa, de su niña juguetona, de la pantera preciosa, de ella. Sus labios, el fruto de la pasión, sus pechos, el alimento de mi niño interior, sus entrañas, el oculto mundo de la felicidad que nos hace dioses.

Me he sentido pervertido y pervertidor, diablo y ángel, hombre y dios, tierra y cielo, mi energía sexual está resucitando de forma sorprendente y mi estado anímico me permite afrontar el día a día con más alegría, creatividad, ilusión y ganas de vivir, me sorprendo con todo lo que está ocurriéndome y ocurriéndole, con lo que sentimos, con lo que compartimos, con los tabúes y corazas que estamos destruyendo, con el sentimiento más profundo de ser suyo y de sentirla mía, desde la más intensa libertad, desde el amor más grande, el deseo más animal y una incondicional rendición-entrega que me lleva a un éxtasis prolongado, a una fusión con ella y con todas las diosas y dioses del universo, a sentirme-sentirnos, Uno con el Todo.

¡¡¡ Dios ¡!! que extraño mensaje me estás haciendo llegar, es como si estuviera entrando en los secretos más ocultos de la Humanidad: la Felicidad y Amor Infinitos.

Y todo ello… desde el sexo, más abierto que nunca jamás había imaginado, y mucho menos, sentido y vivido de forma tan sublime.

GRACIAS DIOSAS DEL SEXO Y DEL AMOR, PORQUE PODÉIS LIBERAR VUESTROS CUERPOS Y HACER DE NOSOTROS LOS HOMBRES, DIOSES CAPACES DE HACEROS EL AMOR CON TODA LA PLENITUD QUE OS MERECÉIS Y GRACIAS A ESTA FUERZA Y AMOR, SANARNOS JUNTOS DE UN PASADO Y OFRECERNOS UN PRESENTE LLENO DE LUZ, PAZ, AMOR...