Apta para algunos
hombres,…
Hacía días que todo lo que
tocaba parecía complicarse, en mi trabajo los problemas se sucedían y cada vez
se liaban más, estaba quedando mal con mi amiga Gemma que ya me había llamado
tres veces para salir a comer las dos, mi marido llevaba días de mal humor por
verme con la libido por los suelos, con lo que le gusta hacer el amor y además
mi hijos estaban reclamando más atención de mi parte.
Me sentía mala madre,
pésima esposa, ejecutiva fracasada y además, fatal con mis amigas y no digamos
con mis padres. Un desastre de mujer.
Estos días me siento fea y
gorda, con tanto estrés, he comido más de lo debido y no me gusto, estoy
rabiosa conmigo misma y con el mundo, me gustaría desaparecer del planeta,…
además esta noche, mi marido está intentando hacer méritos para cambiarme el
ánimo y así, follarme,… estoy que trino,… si no sabe comprenderme que se joda y
se haga una paja.
La cena familiar transcurre
con una aparente calma, procuro interesarme por las cosas de mis hijos para
despistarme y no mostrar toda la rabia y desespero que siento, él me toca un
par de veces la pierna por debajo de la mesa y yo se la rechazo, creo que con
delicadeza, no estoy muy segura, no quiero montar numeritos en familia delante
de mis hijos,… huyo de él, me encierro con la niña, hablamos,… la ropa de mañana,
los trabajos del colegio,… nos damos un beso y a dormir.
Él hace un rato que me
está esperando en la cama, está despierto con una sonrisa y mirando
sensualmente cómo me desnudo, reconozco que me encanta que me mire de esta
forma, es de los pocos momentos en que me siento mujer, pero no estoy por la
labor, siento frustración y no me siento mujer para darme a un hombre y hacer
sexo o amor, qué más da.
Me siento en la cama, casi
vestida, marcando límites y con cara de pocos amigos, él me pregunta con su
cálida voz, ¿qué te ocurre cariño? ¿Porqué el muy cabronazo me habrá hecho esta
pregunta, si ya sabe la respuesta? estoy harta de todo, incluso de mi misma y
también de él y sus zalamerías. Exploto, me pongo más rabiosa, cierro la puerta
y chillo, me levanto, lloro, vomito todo el mal que llevo dentro, maldigo el
mundo y a él por no comprenderme,…
Él calla y escucha, me
mira, serio pero sin temor, pacíficamente, asiente y no habla, siento que me
hace bien expresar mi emoción hasta el tope, hace una pequeña intervención,
creo que para provocarme y vuelvo a saltar, me aparto, me cierro en el lavabo,
vuelvo a llorar y al rato lo veo con la puerta abierta mirándome con dulzura y
diciéndome: te comprendo, lo siento, te amo, ven… tengo ganas de abrazarte,…
Me rindo y me dejo
proteger por él, es bueno y sé que me quiere, en realidad pienso que hay pocos
hombres capaces de aguantar semejante ataque, pero aunque me gusta sentir sus
brazos, sus caricias en la cara y su silencio, sé que estoy sin pizca de ganas
de nada más. Menos mal que parece que lo entiende.
Su calor y su aroma me
calman, me relajan, me hacen suspirar y él responde con una caricia más suave,
con un beso, en la frente o en los ojos, siguen cayendo lágrimas, pequeños
sollozos, suspiros,… me siento acurrucada y agradezco esta presencia suya que
me ofrece sin pedir nada, sin inmiscuirse en mi drama personal, respetando mi
libertad.
Sus caricias, su
respiración, su paz me estremecen, me hacen sentir mujer, poco a poco, otra
vez. Empiezo a sentir un ligero cosquilleo en mi sexo y el muy jodido parece
que lo huele, porque sus caricias sin dejar de ser suaves se atreven a pasear
por otras zonas de placer que él sabe despertar. Cosquilleo, sensaciones, su
energía, humedad, calentura, empiezo a desear su cuerpo al completo, siento la
necesidad de volver a sentirme mujer, libre y rendida a la vez con el hombre
que me desea y al que, cada segundo, deseo más.
Siento, por las más comedidas,
que el tono de este relato suba,... pero necesito compartir con vosotras el
deseo creciente que sentía de sentirme poseída por su cuerpo, por su sexo, por
su abrazo, su calor y en especial por esto tan especial que sabe darme cuando
me posee,… hacerme temblar de amor, sintiendo su sexo vibrar en mi corazón y su
semen derramarse en mi alma haciéndome sentir mujer y fundirme con él hasta
hacerme danzar en la luz, el color y la música,…. sintiéndome diosa,...
Es increíble que un hombre
pueda hacerme llegar a sentir, desde el profundo dolor en el que estaba, todo
esto,... por esto a veces lo considero un dios igual que él a veces me
considera una diosa,...
... gracias amigas por dejármelo contar.
Como podéis ver estoy
trabajando mi lado femenino, prometo seguir intentándolo y contaros más fantasías como ésta,
Ricardo Alas
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