Soy un hombre que, como muchos, ha tardado largo tiempo
en valorar a las mujeres en todo su esplendor. Hace unos años no hubiera sido
capaz de escribir esto.
Como hombre sentí vuestro atractivo y os deseé, como
persona fui vuestro amigo y aprendí mucho de vuestra feminidad, como buscador
reconozco que erais mi asignatura difícil, incapaz de comprender, amar y menos
navegar por las, a veces turbulentas, aguas de vuestras emociones.
Tuve que buscar en mi interior para aprender a amar mi
femenino, para que deseara unirlo al masculino, para intentar encontrar una
forma hermosa y sencilla de unir lo que sentía con lo que creía debía ser, una
quimera, unir deseo y amor, unir mi sexo con el cielo.
Busqué, leí, hice talleres y cursos, incluso tantra
hindú, medité, escribí e incluso hablé de ello,… poco avanzaba en este camino,
seguíais siendo un gran misterio,… hasta que un día me enamoré de una mujer.
Era todo lo que no podía comprender, dulce y poderosa,
tierna y furiosa, madre y guerrera, misteriosa, desconocida y amada desde el
origen de los tiempos,… sin comprenderla la empecé a contemplar, admirar,
respetar, escuchar, sentir, gozar,… y en este extraño proceso sólo pude
ofrecerle mi masculino, mi presencia, mi silencio, mis lágrimas, mi corazón y
mi alma,… sin saber a dónde me iba a llevar todo aquello.
Ella empezó a acercarse a mirarme y a buscar mi
protección, mi abrazo, mi ternura y a sentir mi oculto deseo de entrar y
hacerme uno con ella.
Aprendí a dejar de querer y a sentir el verdadero amor, supe lo que quería
decir incondicional y empecé a rendirme, a dejar de luchar, a simplemente ser
un admirador, un adorador del femenino maravilloso y a gozar de sus diferencias, de sus emociones, a dejar de
intentar comprenderlas y simplemente gozarlas, unas veces más cerca y otras
simplemente estando, ofreciendo mi presencia.
Rendirme, entregarme, dejar de luchar, de intentar
comprender y amar simplemente, obró el milagro en mi.
Volví a leer y aprender pero esta vez sobre el femenino,
la Tierra, la Luna y sus ciclos, su maravillosa menstruación, sus diosas, sus
arquetipos, sus misterios y me transformé poco a poco en el Ricardo de hoy.
Gracias mujeres de mi vida. Seguiré otro día.
Ricardo Alas
lindooo! Cuantas quisiéramos hombres como tú.
ResponderEliminarCada día hay más hombres así, ábrete a conocerlos, cree que existen, actúa como si ya lo hubieras encontrado y seguro que muy pronto aparecerá.
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