Dedicado especialmente a todas las parejas del curso “Una Nueva sexualidad”, donde estamos aprendiendo a jugar, sentir y fundirnos con nuestros niños y niñas.
Hoy, a mis 65 años y después de una larga lista de momentos difíciles transcurridos a lo largo de mi vida, debo reconocer que, gracias a descubrir el inmenso poder de mi niño interior, estoy vivo, con más ganas de vivir que nunca y jugando cada día un poco más.
Cuando éramos pequeños, en la mayoría de los casos, nuestra vida era una fiesta continua, jugábamos en casa con nuestros hermanos y hermanas, en casa de los abuelos con los primos, en el colegio con los compañeros/as, teníamos muchos amiguitos en todas partes; algunos eran para épocas de vacaciones o para fines de semana y cuando íbamos a la playa siempre encontrábamos alguien para compartir cubos y hacer castillos o chapotear en las olas.
Me gustaba curiosear en el cuerpo de aquellos seres que no tenían “cuca” como yo, que no se veía bien por donde hacían pipi y que además eran más redonditas y nos gustaban tanto. Levanté faldas en el colegio, algunas me enseñaron las braguitas, incluso alguna (yo tenía 5 ó 6 años) me había enseñado algo más. Era un mundo delicioso, fresco, inocente, juguetón y travieso... dulces recuerdos.
Este niño no le tenía miedo a la vida, ni pensaba en el pasado, ni hacía planes para el futuro, vivía el presente, gozando a tope cada momento, las clases en el cole, la familia, excursiones y salidas, juegos, el mecano, el tren, libros, cuentos, dibujos, mi diario y… la guitarra.
Me hice mayor y me dijeron que esto era muy serio y me lo creí, poco a poco fui dejando de reír, de hacer “tonterías” y de ser travieso y juguetón. La inocencia se transformó en culpa, el levantar faldas en seducir, el ser travieso en manipular… lo siento, perdonadme, os amo, gracias.
Estudié y luego trabajé, fui empresario y gané y luego lo perdí todo y volví y…
Sólo cuando la vida empezó a darme fuerte: crisis económicas, separación matrimonial, problemas graves de salud… me di cuenta que me estaba hundiendo y que aquel final no me apetecía nada, me hubiera gustado algo mucho mejor para mi vida. Me estaba acercando a los 60 y aquello no funcionaba.
Volví, sin esperar nada a cambio, a hacer algunas tonterías, a charlar y reír con amigos y amigas, apareció mi nueva pareja, volví a darme el permiso de volver a gozar de mi cuerpo, de volver a hacer el amor y disfrutar del sexo y, poco a poco, volví a sonreír otra vez y, casi sin darme cuenta, empecé a dejarme sentir, a ser más tierno, a hacerme más hombre y a saber amar, como nunca antes lo había sabido hacer.
Fue un renacer a la vida, donde a pesar de largas y duras pruebas, todo iba adquiriendo sentido, se hacía más llevadero y no sólo deseaba vivir, sino que cada día sentía más ilusión por volver a ser niño y divertirme viviendo y jugando.
Y volví a levantarle las faldas a mi mujer y a bajarle las bragas, para después apretar a correr, a aplaudir cuando la veía desnuda o a tener ganas de curiosear en su cuerpo y en el mío y planeé sorpresas y creé situaciones y le hice regalos inesperados que no costaban dinero y me recordaban aquellos que les hacía a mis padres para el día del padre o de la madre: una poesía, un dibujo, una foto, un vale para… me gusta volver a jugar.
Ella se sorprendía y más cuando empecé a hablarle, en algunos juguetones momentos, como un niño, le gustó mi tono de voz, le gustaron mis travesuras y apareció su niña; entonces sí, nos dejamos de problemas, de pasados, de futuros, de culpa y de dolor, y empezamos a jugar, los dos, a construir nuestro jardín para descansar, pasarlo bien, retozar… y hacer el amor.
La sensualidad sigue expandiéndose en mi, cada día, los cinco sentidos se han puesto a jugar con todo y con la sexualidad mucho más, he descubierto el volver a contar secretos a la oreja, el decir palabras fuertes como un pillín y reírme después de decirlas, he aprendido a hacer una fiesta de la sexualidad y además, poco a poco, con la mirada del, niño hemos ido haciéndola cada vez más sagrada, pero un sagrado divertido, no contemplativo. Hemos mezclado las risas con las lágrimas de felicidad y las emociones explosivas, los orgasmos con éxtasis elevados que nos hacen subir. Y la vida está volviendo a tener, poco a poco, una presente profundidad que la hace mágica.
Hemos comprado juguetes, pero aún así, nosotros somos siempre el regalo más divertido, cuando queremos jugar a médicos y enfermeras, a alumnos traviesos, a bomberos, a curas y monjas o a policías y ladrones. El mundo de los niños se ha vuelto picarón y las posibilidades de jugar empiezan a ser ilimitadas; ropa para disfrazarse, personajes para interpretar, nuevos escenarios, juguetes para todo… deliciosa y maliciosa inocencia.
Lo bueno es que estamos aprendiendo a no ponerle límites, sólo los que ponen los niños, así de sencillo: no me gusta, no tengo ganas, hasta aquí y vale… La imaginación ha dejado volar la fantasía y ella nos enriquece cada día, a todas horas, y os puedo asegurar que también nos deja algo de tiempo para ser personas maduras y responsables. Bueno, ja, ja , ja… sólo a ratos.
Hace unos dos años, en un artículo escribí:
“Niñ@ èIlusión è Amor è Fuerza è Creación, una vieja y olvidada fórmula para rehacer nuestras vidas”.
Ahora siento:
Niñ@ è ganas de jugar è estoy bien è te deseo è te siento è te amo è me sientes è somos amor è somos dioses è somos Uno.
Que vuestras travesuras os lleven al cielo… ya me entendéis.
Con todo mi amor
Ignasi
Estoy retomando todo esto con mi pareja después de una ruptura por temas de rutina... ya sabes!!!!... y realmente es cierto, el volver a ser niños nos libera de muchas cosas y nos lleva a mundos inimaginables. Ahora todo es más divertido y lleno de mucho amor!.
ResponderEliminarExcel.lent, Ignasi :). Gràcies!
ResponderEliminarEl niño interior también puede relacionarse con otros aspectos, pero a nosotros nos gusta hacerlo travieso y juguetón, no solo en el sexo, sino en el día a día, frente a las cosas hermosas y también y sobre todo, em las más difíciles de la vida. La visión, curiosidad, actitud de cambio, presente.... del niño/a son cruciales en nuestras vidas.
ResponderEliminarGracias, Ignasi, por tu artículo, fresco, lleno de vida y totalmente renovador, me ha encantado. Sin duda necesitamos darnos permiso para volver a reir, sentir y tener ganas de vivir, necesitamos aprender a divertirnos viviendo, como tu nos trasmites, volver a posar la mirada en el niño que somos, olvidado, para volver a disfrutar y estar en el presente, transitando por la senda de la sexualidad, penetrando en la profundidad de la VIDA.
ResponderEliminarIgnasi, gracias por la enseñanza de tu experiencia y compartirla.
Antonio