La vista es quizás el más
importante de todos los sentidos, especialmente para la mayoría de hombres, y
cada vez más para las mujeres.
La carencia de cualquiera de
los sentidos refuerza inmediatamente los restantes. Así, por ejemplo, los ojos
vendados nos pueden dar mucho juego, ya que la carencia temporal de lo visual
nos ayudará a sentir mucho mejor los sonidos, los olores, los sabores, las
sensaciones táctiles y, como no, pondrá en marcha nuestra imaginación y despertará
las fantasías.…
Por lo general, los hombres
somos más visuales que las mujeres, nos gustan los desnudos hermosos, algunas
revistas, las películas porno, los sex shops, la lencería erótica, etc.; no
obstante, para la mayor parte de nosotros, una mujer semi-vestida es mucho más
excitante que completamente desnuda, pues nos permite dar rienda suelta a
nuestra imaginación y recrearnos en lo que se intuye y precisamente no se ve.
La imaginación es una gran
aliada de este sentido visual; la mayoría de fantasías eróticas, en ambos
sexos, tienen como ingrediente común un sinfín de imágenes sugestivas.
Las mujeres son también cada
día más amantes de lo visual, del color y de la forma, aprecian que un hombre
sepa vestir conjuntado, que la hombría se pueda ver, oler y tocar, el tórax de un hombre varonil, las facciones
de una cara o también un hermoso trasero masculino. La atracción del uno
hacia el otro, en ambos casos, generará
el interés, levantará el deseo, irá despertando pasiones y nos llevará, a los
amantes, a jugar y a hacer locuras.
Mirar al otro/a en nuestras relaciones sexuales y
amorosas es muy placentero y por lo tanto la luz y el color son muy importantes
(luz, velas, cortinas,… calidez). Una vez creado el ambiente idóneo empezará el
gran juego.
Durante
el transcurso de nuestra relación sexual, tanto en los preliminares, como
durante los momentos álgidos de placer y la fase posterior, mirar el cuerpo de
nuestro/a amante, mirar sus ojos, nos acercará física, sexual y emocionalmente.
Llegar al orgasmo mirándose a los ojos es darlo todo, es ofrecer al otro/a el
momento, con toda nuestra vulnerabilidad y todo nuestro placer.
Miradas que irán expresando
sentimientos, emociones, deseos y pasiones, miradas que llegarán al alma, que
le harán sentir mariposas en el estómago o directamente en su sexo,... miradas
tiernas, inocentes, dulces, amorosas,… de dominio, de rabia, de sumisión,… de
amigo/a, de compañero/a, poderosas,... de amante, de conquistador/a, miradas
seductoras, ardientes, felinas, de provocación, lascivas, pecaminosas,
sensuales, sexys,… embriagadoras, penetrantes… El poder de la mirada no tiene
límites, nuestros ojos pueden expresar infinidad de matices, además de decir a
nuestra pareja, todo lo que deseamos y sentimos.
Una mirada a los ojos, a la cara, al pelo, a los labios,
cuello, repasando todo el cuerpo, mirando somera o descaradamente los pechos, fijándose
en el sexo, (cuando las mujeres lo hacéis a un hombre, éste generalmente se
desarma), en las piernas o en su culo... nuestra pareja ha de sentir que la
miramos y con qué intención lo
hacemos. Jugad con vuestra pareja a ponerla a mil sólo con la mirada y la
intención que hay tras de ella; probad a hacerlo en un momento poco erótico,
por ejemplo por la mañana, durante el desayuno… a ver qué sucede…
En realidad, todo lo que hagamos con cualquiera de
nuestros sentidos, siempre será potenciado por la intención que le pongamos.
Una mano sobre nuestro sexo puede hacernos sentir: paz, calidez, ternura,
confianza, sentirnos honrados, respeto,… o también nos puede hacer sentir deseo,
posesión, pasión, gula, lujuria, atrevimiento, descaro,…
En la intimidad, deberíamos ser capaces de desnudarnos,
incluso las parejas veteranas, con gracia, regalando despacito cada parte de
nuestro cuerpo a los ojos de nuestro/a amante. Si es un momento apasionado,
desnudar al otro nos ofrecerá la posibilidad de decirle muchas cosas,… “me
gusta lo que veo”, “qué hermosa eres”, “cuanto te deseo”,… o un más apasionado
“te quiero ya”, mientras casi le arrancamos la ropa.
El lenguaje de nuestro cuerpo debería transmitir las
intenciones y todos estos sentimientos y pasiones de forma clara, nuestra
postura, nuestros brazos, nuestras piernas y especialmente nuestra mirada,
transparente, auténtica, aunque deseando abiertamente su cuerpo. También
podemos ayudarnos de factores externos a nosotros, por ejemplo vendar los ojos
sirve para ganarse (si somos capaces) la confianza total del nuestra pareja, atarla
es dominio, una luz muy tenue es intimidad, una luz rojiza pasión…
“…déjame mirarte, le dije, quiero disfrutarte poco a
poco, la cálida luz de la habitación teñía su piel y la hacía más morena aún,
su piel parecía más suave, sus redondeadas formas, más apetecibles aún…
Le tocaba lo que estaba mirando, rozando con mis dedos
las partes contempladas, acariciando con mi mirada el cuerpo amado, haciéndole
sentir lo que veía, lo que pensaba y lo que sentía; de vez en cuando un corta
frase: - Mmmmm me gusta tu cuello -, - querida, que hermosos son tus pechos -,
- me gustan tus dedos -,… notaba que se iba excitando por momentos, mi mirada
era descarada, desde sus ojos hasta la parte deseada de su cuerpo, relamiéndome
a veces, suspirando de deseo, una caricia, un achuchón, un beso,… y así seguí
turbándola con mi descaro.
Le dí la vuelta y seguí
con su espalda, con su hermoso culo, (se lo hacía saber, ahora nuestros ojos no
se encontraban), separé suavemente sus nalgas, atreviéndome a mirar sus ocultas
moradas, - cuánto te deseo (caricia) -, - tienes un culo precioso (beso) -, así
fui calentándome y calentándola, hasta tal punto que cuando la volví de cara
otra vez, para besarla sin dejar de mirarla, desde sus pies hasta su sexo, -
que bien hueles -, - me gustas (la saboreé) -, hasta llegar a sus labios, sin
dejar de mirar en sus ojos, nuestra pasión se volvió fuego y tuvimos que
sumergirnos el uno en el otro para apagarlo.
Aquel día, cuando ella llegó al orgasmo, su mirada me
atravesó mirando al infinito y mezclándose con su grito de placer, supe que
estaba viajando muy lejos, pero a través de mis ojos, muy cerca de mi alma”
Ricardo Alas
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