domingo, 18 de agosto de 2013

SEXO SENTIDO: con mucha vista

La vista es quizás el más importante de todos los sentidos, especialmente para la mayoría de hombres, y cada vez más para las mujeres.

La carencia de cualquiera de los sentidos refuerza inmediatamente los restantes. Así, por ejemplo, los ojos vendados nos pueden dar mucho juego, ya que la carencia temporal de lo visual nos ayudará a sentir mucho mejor los sonidos, los olores, los sabores, las sensaciones táctiles y, como no, pondrá en marcha nuestra imaginación y despertará las fantasías.…

Por lo general, los hombres somos más visuales que las mujeres, nos gustan los desnudos hermosos, algunas revistas, las películas porno, los sex shops, la lencería erótica, etc.; no obstante, para la mayor parte de nosotros, una mujer semi-vestida es mucho más excitante que completamente desnuda, pues nos permite dar rienda suelta a nuestra imaginación y recrearnos en lo que se intuye y precisamente no se ve.

La imaginación es una gran aliada de este sentido visual; la mayoría de fantasías eróticas, en ambos sexos, tienen como ingrediente común un sinfín de imágenes sugestivas.

Las mujeres son también cada día más amantes de lo visual, del color y de la forma, aprecian que un hombre sepa vestir conjuntado, que la hombría se pueda ver, oler y tocar, el tórax de un hombre varonil, las facciones de una cara o también un hermoso trasero masculino. La atracción del uno hacia el otro, en ambos casos, generará el interés, levantará el deseo, irá despertando pasiones y nos llevará, a los amantes, a jugar y a hacer locuras.

Mirar al otro/a en nuestras relaciones sexuales y amorosas es muy placentero y por lo tanto la luz y el color son muy importantes (luz, velas, cortinas,… calidez). Una vez creado el ambiente idóneo empezará el gran juego.

Durante el transcurso de nuestra relación sexual, tanto en los preliminares, como durante los momentos álgidos de placer y la fase posterior, mirar el cuerpo de nuestro/a amante, mirar sus ojos, nos acercará física, sexual y emocionalmente. Llegar al orgasmo mirándose a los ojos es darlo todo, es ofrecer al otro/a el momento, con toda nuestra vulnerabilidad y todo nuestro placer.

Miradas que irán expresando sentimientos, emociones, deseos y pasiones, miradas que llegarán al alma, que le harán sentir mariposas en el estómago o directamente en su sexo,... miradas tiernas, inocentes, dulces, amorosas,… de dominio, de rabia, de sumisión,… de amigo/a, de compañero/a, poderosas,... de amante, de conquistador/a, miradas seductoras, ardientes, felinas, de provocación, lascivas, pecaminosas, sensuales, sexys,… embriagadoras, penetrantes… El poder de la mirada no tiene límites, nuestros ojos pueden expresar infinidad de matices, además de decir a nuestra pareja, todo lo que deseamos y sentimos.

Una mirada a los ojos, a la cara, al pelo, a los labios, cuello, repasando todo el cuerpo, mirando somera o descaradamente los pechos, fijándose en el sexo, (cuando las mujeres lo hacéis a un hombre, éste generalmente se desarma), en las piernas o en su culo... nuestra pareja ha de sentir que la miramos y con qué intención lo hacemos. Jugad con vuestra pareja a ponerla a mil sólo con la mirada y la intención que hay tras de ella; probad a hacerlo en un momento poco erótico, por ejemplo por la mañana, durante el desayuno… a ver qué sucede…

En realidad, todo lo que hagamos con cualquiera de nuestros sentidos, siempre será potenciado por la intención que le pongamos. Una mano sobre nuestro sexo puede hacernos sentir: paz, calidez, ternura, confianza, sentirnos honrados, respeto,… o  también nos puede hacer sentir deseo, posesión, pasión, gula, lujuria, atrevimiento, descaro,…

En la intimidad, deberíamos ser capaces de desnudarnos, incluso las parejas veteranas, con gracia, regalando despacito cada parte de nuestro cuerpo a los ojos de nuestro/a amante. Si es un momento apasionado, desnudar al otro nos ofrecerá la posibilidad de decirle muchas cosas,… “me gusta lo que veo”, “qué hermosa eres”, “cuanto te deseo”,… o un más apasionado “te quiero ya”, mientras casi le arrancamos la ropa.

El lenguaje de nuestro cuerpo debería transmitir las intenciones y todos estos sentimientos y pasiones de forma clara, nuestra postura, nuestros brazos, nuestras piernas y especialmente nuestra mirada, transparente, auténtica, aunque deseando abiertamente su cuerpo. También podemos ayudarnos de factores externos a nosotros, por ejemplo vendar los ojos sirve para ganarse (si somos capaces) la confianza total del nuestra pareja, atarla es dominio, una luz muy tenue es intimidad, una luz rojiza pasión…

“…déjame mirarte, le dije, quiero disfrutarte poco a poco, la cálida luz de la habitación teñía su piel y la hacía más morena aún, su piel parecía más suave, sus redondeadas formas, más apetecibles aún…

Le tocaba lo que estaba mirando, rozando con mis dedos las partes contempladas, acariciando con mi mirada el cuerpo amado, haciéndole sentir lo que veía, lo que pensaba y lo que sentía; de vez en cuando un corta frase: - Mmmmm me gusta tu cuello -, - querida, que hermosos son tus pechos -, - me gustan tus dedos -,… notaba que se iba excitando por momentos, mi mirada era descarada, desde sus ojos hasta la parte deseada de su cuerpo, relamiéndome a veces, suspirando de deseo, una caricia, un achuchón, un beso,… y así seguí turbándola con mi descaro.

Le dí la vuelta y  seguí con su espalda, con su hermoso culo, (se lo hacía saber, ahora nuestros ojos no se encontraban), separé suavemente sus nalgas, atreviéndome a mirar sus ocultas moradas, - cuánto te deseo (caricia) -, - tienes un culo precioso (beso) -, así fui calentándome y calentándola, hasta tal punto que cuando la volví de cara otra vez, para besarla sin dejar de mirarla, desde sus pies hasta su sexo, - que bien hueles -, - me gustas (la saboreé) -, hasta llegar a sus labios, sin dejar de mirar en sus ojos, nuestra pasión se volvió fuego y tuvimos que sumergirnos el uno en el otro para apagarlo.

Aquel día, cuando ella llegó al orgasmo, su mirada me atravesó mirando al infinito y mezclándose con su grito de placer, supe que estaba viajando muy lejos, pero a través de mis ojos, muy cerca de mi alma”


Ricardo Alas

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