viernes, 9 de agosto de 2013

Masturbación femenina, en pareja

Ahora ya sabemos que masturbarse es, tanto física, como psíquicamente, saludable. Las personas que se masturban y hacen el sexo con frecuencia gozan de mejor humor, de un carácter más alegre, menos propenso al estrés, ansiedad, depresiones,… vaya, que aunque a algunos no les guste reconocerlo, masturbarse es una buena costumbre.

Esto es válido tanto para los hombres, que siempre hemos alardeado, más o menos, de ello (incluso entre amigos o en público), como para las mujeres que lo gozan más en secreto y que aunque cada día lo practican más, según la estadística aún están por debajo de los hombres (95% en los hombres, 89% en las mujeres).

El hombre, en general, se masturba de forma mucho más rudimentaria que la mujer; el hombre muchas veces se limita al típico sube y baja de su mano sobre el pene, mientras que la mujer se lanza más a tocarse el cuerpo, a mimarse, amar su sexo, acariciar sus zonas más sensibles o incluso a utilizar juguetes masturbadores que hacen maravillas.

Lo que muchas parejas desconocen como se masturba ella o él. A veces en los preliminares nos masturbamos el uno al otro, buscando el placer del amado o amada, pero hemos de reconocer, que el no saber bien lo que le gusta o no, nos impide ser mucho mejores proporcionando estos tipos de placeres a nuestras parejas.

Es cierto que hay un porno que muestra cómo se masturban algunas mujeres, pero nada mejor que regalarle a tu pareja un porno en vivo, contigo masturbándote con todo el amor que seas capaz, delante de él (o de ella). ¿Te imaginas lo que sentiría ella, lo que sentiría él?

Por descontado, este tipo de obsequios no dependen de la condición sexual, cualquier persona, con ganas de jugar, puede ofrecerle este regalo a su pareja, aunque yo lo narre como heterosexual.

A los hombres no sólo nos pone a mil ver como nuestra pareja se masturba, sino también aprender disfrutando, con una clase práctica, mirando y haciendo de “voyeur” admirado. La mujer masturbándose frente al hombre se exhibe y demuestra su poderío, nos está diciendo que es la dueña de su cuerpo y que dispone de él libremente; por ello, por que le da la gana y porque nos ama o quiere provocarnos, nos obsequia con el espectáculo que rendirá a la pareja ante su sensualidad, su sexualidad felina y su alma femenina.

“... me dijo “no vas a tocarme” y me esposó las manos al cabezal de la cama, “¿te estarás quieto o te ato los pies también?”; no hizo falta, le dije un sí de corazón sin saber lo que se proponía,… cuando la veía así de decidida, se volvía irresistible y, además, una extraña y seductora belleza aparecía en su mirada.

Se desnudó lentamente y contoneándose como una gata se sentó suavemente, a pelo, sobre mi sexo aún sin despertar. Empezó a acariciarse poco a poco, cerró los ojos como si yo no estuviera, no desperdiciaba ningún centímetro de su piel, ahora lo hacía con la palma de la mano, ahora con sus dedos, más fuerte, más suave, pellizcándose los pezones suavemente, ahora una mano bajaba por su vientre, acariciándose las caderas, subiendo mientras la otra mano descendía,... la oí suspirar y empezar a jadear y pronunciar sonidos mágicos,... mi sexo se había excitado, aprisionado debajo del suyo ansiaba penetrarla, me moví un poco buscando la manera y ella con una maléfica sonrisa avanzó y se sentó sobre mi vientre, dejando mi sexo en solitario. Hice una mueca de disgusto, pero pasó de mí, cerró los ojos y siguió mostrándome cómo amaba su cuerpo entero y enseñándome a amarlo a mi también.

Sus pechos resplandecían a mis ojos, y aunque ahora rondaba los 50 y le caían ligeramente, los veía como los más hermosos que jamás hubiera imaginado, eran los suyos, los de mi pareja, que me estaba regalando sus caricias y haciéndome subir la temperatura, su barriga era deliciosa y su cara, cada vez más cercana al éxtasis, me recordaba imágenes de algunas diosas mitológicas.

Su ritmo se aceleraba, como el mío, me miró con una sonrisa de mujer satisfecha de si misma y me dijo: “hasta luego”,... cerró los ojos y se enfrascó en acariciarse senos, sexo, vagina, clítoris,... lo acariciaba con sus dedos, se relamía, a veces me daba sus dedos para que chupara su néctar precioso, veía su sexo húmedo y lo olía deseando tenerlo más cerca de mi boca para besarlo y lamerlo,... parece que me oyó, su puso de rodillas sobre mi cara para que la viera bien pero no pudiera tocarla, una gota mágica resbaló sobre mi mejilla,...

Siguió masturbándose y haciendo de ello un arte, empezó a moverse, jadear, soltar todo tipo de palabras y en medio de mi total excitación hizo estallar la suya sobre mi cara, viendo sus convulsiones, sintiendo en mis entrañas su placer, sintiendo mío su regalo.

Se posó sobre mi cara, me soltó las manos, deseando un beso que la relajara, unas caricias que la hicieran volver y sentí adoración por su sexo, por su orgasmo, por toda ella, como amante, por su atrevimiento,…”

¿Os imagináis una escena parecida, esta vez siendo el hombre el que se masturbe (con un poco de arte y amor hacia su cuerpo), pensando en sí mismo y ofreciéndole este regalo a su pareja?

Me gustaría recibir vuestros comentarios tanto de hombres como de mujeres.

Con todo mi cariño

Ignasi

Terapeuta, escritor y educador sexual

7 comentarios:

  1. Bonita costumbre que no hay que perder. Sexcretroom

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  2. Es una pena que algo tan sencillo y hermoso se practique tan poco

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  3. mi ex me enseñó a disfrutar de mi sexo....asi como el lo hacía...se lo agradeceré por siempre es algo que me ha echo muy feliz

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    1. Amar nuestro sexo para después poder compartirlo con la persona que deseamos. ¡Qué maravilla!

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  4. Respuestas
    1. Gracias, escrito desde lo más profundo de mi, desde lo que siento, desde lo que me gusta, desde lo que quiero compartir.

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  5. Exelente muy bueno el masturbarce, y en paraja mucho mejor.

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