viernes, 13 de enero de 2012

SUEÑOS: Un cuento de amor

Hace días tuve un sueño, un extraño sueño, donde hombres y mujeres se amaban y eran felices, su vida era como un juego, estaban alegres, jugaban entre ellos, jugaban con sus padres y con sus hijos, jugaban con los compañeros de trabajo, con la vida...

No eran seres extraños de otro tiempo, ni de otro planeta, eran humanos de la tierra en pleno siglo XXI. Trabajaban 8 o más horas (algún día), se cansaban como todos, tenían los mismos problemas con sus padres, hijos y familiares que tiene todo el mundo, debían cuidarse para estar sanos, dicho de otra manera, eran normales.

Pero había algo extraño en ellos, gozaban de una excelente salud, siempre estaban de buen humor, las cosas les iban bien, tenían tiempo para todo,… se les veía felices.

Extraño sueño en un mundo inhóspito, en una sociedad en crisis económica, con crisis de valores, en un mundo de cambios climáticos y lleno de extraños virus que se adueñaban de los más débiles.

En el sueño me sorprendió ver una extraña pareja, feliz, alegre y juguetona. ¿Qué era lo que les hacía sentirse felices?  Los observé atentamente durante todo el día y al despertar anoté lo que había vivido con ellos; estos fueron mis apuntes:

Al sonar el despertador a las 7 de la mañana, él la miraba dulcemente con ojos amorosos,  se arrimaba a ella en la cama, la envolvía suavemente con sus brazos y le daba un dulce beso en la frente; al primero, le sucedían pausadamente otros muchos en los párpados cerrados de la bella durmiente, en la mejilla… hasta provocar en ella un dulce despertar; ella se movía muy femenina, se acurrucaba más junto a él y empezaba a regalarle también dulces besos acompañados de un “buenos días, Amor”.

Unos minutos de caricias y suspiros, la mano de él, más atrevida, le acariciaba un seno o se posaba discretamente sobre su sexo, ella se complacía y le devolvía el cariñito, se miraban, se besaban, se deseaban un buen día y se levantaban.

Ella iba al aseo a ducharse y él preparaba el desayuno, hacía su plegaria matinal en la terraza de su piso y se iba al baño para contemplar la desnudez de su amada, darle algunos besos más, decirle lo hermosa y divina que era y se aseaba mientras ella se arreglaba y vestía.

Roces, besos, miradas picaronas, lo vi a él dándole un besito en la suave nalga de su amada cuando se estaba vistiendo; definitivamente les gustaba jugar y empezaban a calentarse mutuamente…, pasión y ardor que se notaban en su respiración; era una delicia contemplarlos.

Desayunaban en familia, con sus hijos, que compartían la ilusión de sus padres; una de las hijas decía, “cuando tenga novio, me gustaría que él me mirase como papá te mira a ti”, dirigiéndose a su madre.

El juego entre ellos acababa de empezar; pronto se separarían para ir a trabajar, después de dejar los hijos en el autocar del colegio.

Subían todos al coche, charlaban, reían, hacían comentarios divertidos del colegio, de la última película, de lo que fuera…, él tenía la magia de poder transformarlo todo en alegría y ella le seguía compinchándose con él, tocando su pierna, acariciando su mano, intercambiando miradas. La alegría se había adueñado de sus corazones.

Al llegar a la puerta del trabajo, se daban un dulce y largo beso, se decían palabras bonitas en voz baja, “tengo ganas de volver a tenerte entre mis brazos”, “ deseo volver acariciar tu cuerpo desnudo”, “te quiero”, “te adoro”,… una retahíla de cursiladas para los no entendidos.

Su jornada laboral era muy curiosa, contagiaban la alegría a todos sus compañer@s, eran rápidos y eficientes, trataban de una forma muy especial a sus clientes, proveedores, bancos y también acreedores, que también los había… no eran momentos aparentemente fáciles para ninguno de los dos…  

Por la mañana, dos SMS, “no puedo olvidarme de ti, te amo”; respuesta “eres mi diosa”,…

¿Qué extraño lenguaje estaba utilizando la pareja de mi sueño?

Empecé a comprender que entre ellos había mucho más que obligaciones, responsabilidades, compromisos, deberes,… entre ellos había un ingrediente poco común: estaban jugando a vivir el día a día en cuerpo, mente y alma, todo a la una. Ambos respiraban paz, salud, vitalidad, alegría, sensualidad,… magia.

Los mensajes se sucedieron a la hora de comer y a media tarde; el último fue “te deseo con toda mi alma”.

Se inició la vuelta al hogar: él recogía a los niños, merienda, charla con los hijos, deberes,… llegada de ella a casa, besos, cariñitos, y todos al sofá durante 10 minutos; seguían con los deberes y el estudio compartidos, duchas de sus hijos, gritos como “!mamá! …¿vienes?, ¡mira como me están creciendo los pechos,…! Risas de papá y comentarios del hermano; entre ellos todo era natural y alegre, fresco, divertido, él preparaba la cena y el pequeño ponía la mesa, ella estaba con su hija adolescente, recogiendo ropa y ordenando cosas.

Llegaba otro ritual sagrado para ellos, la mesa: disfrutaban comiendo cosas sencillas, una verdura, unas tortillas, unas tostadas, ¡sorpresa, papá había comprado helados para todos de postre!, risas, tertulia, sobremesa,… todos la recogían y ponían los platos en el lavavajillas, paso previo para volver a sentarse en el sofá, algunos días, televisión si encontraban alguna serie para todos que terminase hacia las 10; otros días, con la tele apagada, sesión de abrazos, mimos en grupo, risas, cosquillas, comentarios del día, del colegio, del trabajo, era un espectáculo verlos tan felices cariñosos y juguetones.

El y ella se iban cruzando miradas con mensajes ocultos (que con la clarividencia del sueño interpreté como: “qué feliz soy contigo”, “mira la niña que bien está”, “pronto estaremos solos los dos”,” te deseo, mi amor”,)… era una danza femenina de colores, en presencia de lo masculino, seguridad, paz, calor,… con un fondo musical de estrellas y cascabeles, puro goce el verlos.

Era medianoche y me desperté del sueño con lágrimas en los ojos, ¡Cuánto desearía tener una familia así! ¡Cuánto daría por conseguirlo! ¿Y si yo probara a cambiar…?  El espectáculo era pura belleza, puro amor, con un encanto añadido, lo divino ¡era tan sencillo!...

Quería parecerme a él y tener una familia como aquella, una mujer-diosa como la suya, bella, femenina, juguetona, profunda y alegre, feliz y cariñosa, inteligente, madre,…

Lloré largo rato y, entre lágrimas, volví a ese sueño que me tenía cautivado.

Papás e hijos sentados en las camas, penumbra, una luz lejana de una lámpara de sal acompañaba el momento sagrado de bendecir y despedir el día…; en el silencio de la noche se oía un ¿de qué damos las gracias hoy?... y todos empezaban a agradecer lo acontecido durante la jornada, incluso cosas tan sencillas como lo buena que estaba la verdura, lo agradable del chaparrón de mediodía,… bostezos, besitos de buenas noches y los pequeños a dormir, con un te quiero en boca de cada uno de ellos.

Salieron los dos de la habitación cogidos de la mano, al llegar al salón se miraron, suspiraron y se sentaron en el sofá abrazándose de una forma difícil de explicar, parecían hechos con moldes, se acoplaban a la perfección; sus cansados cuerpos se curvaban sensualmente adaptándose el uno al otro de una forma maravillosa, todo encajaba…, brazos, manos, cabezas, hombros,… los oí suspirar tras un día agotador, compinchados en un cálido abrazo donde sobraban las palabras y el silencio se transformaba en la mejor comunicación entre ellos.

Suaves besitos, mucho amor; me pareció ver como de esta fusión surgía un halo luminoso que transformaba su entorno en algo brillante, resplandeciente, unidos eran como un arco iris, donde curvas, luz, color, sensaciones se fundían de una forma insólita, dando lugar a una armoniosa danza del amor.

Empezaron a hablar suavemente a contarse las cosas del día, a crear y construir juntos, como compañeros, su vida; hablaban de ilusiones y proyectos, de los hijos, del mañana…, escuché como ella le decía “¡qué bien estoy contigo!”, empezaron a besarse, primero suave, luego más intensamente, me sorprendí al verlos, de la más exquisita dulzura pasaron rápidamente a la pasión más desenfrenada, sus cuerpos se movían de forma lujuriosa, se deseaban, él la apretaba todavía más entre sus brazos…, entonces con una mirada de complicidad, se levantaron los dos, ella fue al baño, él cerró las luces, preparó la cama y entró también al baño, los oí reírse en voz baja… y por respeto a ellos decidí dejarlos jugar…, aunque fuera un sueño, su intimidad merecía un sagrado respeto.

Cuando me desperté estaba sudado, me sentía extraño, era una sensación distinta a las normales de otros días…,

Sentía una plenitud intensa que se apoderaba de mí con cada minuto que pasaba. Se despertaron en mí las ansias de escribir, de hacer más real aquello que podía haber sido sólo un sueño. Empecé a escribir estas líneas… Mi cabeza y mi corazón latían al unísono… quizás aquel sueño era una llamada de mi interior para darme la oportunidad de, sencillamente, cambiar mi vida, mi perspectiva…, de darme la oportunidad de ser verdaderamente feliz, de vivir cada momento de mi vida con intensidad, con alegría y sabiendo, desde lo más profundo de mi alma, que cada minuto cuenta, que cada instante es un suspiro mágico de vida, que yo no podía desperdiciar…

Quizás eso que parecía un paraíso inalcanzable, era posible, empezando a danzar, en el día a día, cada vez un poco más con el amor y la ilusión..., quizás eso que podía parecer una quimera para algunos, podía ser real tan sólo deseándolo desde el corazón de todas mis células, aburridas ya de tanta rutina…

Quizás, sólo quizás,… valía la pena desearlo e intentarlo… aunque sólo fuera un día...

Ignasi

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