El buen sexo y todas sus
infinitas variantes son, sin lugar a dudas, la fuente más extraordinaria de
placer de la que disponemos los humanos, se adapta a todas las situaciones
personales, familiares, sociales, económicas,… que podamos imaginar, puede
salir por un pastón o de forma totalmente gratuita, no entiende de religiones,
ni de políticas, ni de razas, ni de sexos,… puede ser el más libre o el más
esclavizante,… pero el sexo sin gusto, NO es sexo.
El beso es la primera forma de conocer el “sabor” de la
otra persona y, generalmente, una de las primeras manifestaciones iniciales de
acercamiento sexual, ya que cuando más profundo es, mayor deseo genera. Pero no
sólo debemos limitar el sentido del gusto a este húmedo acto, sino que debemos
descubrir el placer de “saborear”, de todas las maneras que seamos capaces de
imaginar, el cuerpo de nuestra pareja en toda su extensión, para conocer en la
más íntima profundidad gustativa, a la persona con quien estamos y a su vez
permitir que conozca nuestros sabores. Con el debido permiso del “otro” podemos
adentrarnos en los sabores más íntimos, relacionados con el sexo oral y que crearán
lazos más íntimos y de elevada temperatura.
Sus labios, su boca/lengua, sus/mis sabores, su piel, sus
pechos culminados por esos pezones juguetones, sus axilas, sus brazos, sus
manos, sus dedos, sus pies, sus piernas, sus ingles, sus rincones, el vientre,
el ombligo, su pene, su vagina, sus nalgas, su ano, sus fluidos, el aliento, el
soplo, las sensaciones de frío – calor, solas o mezcladas con sabores a frutas
de todo tipo, a nata, chocolate, miel o café, mermeladas, especias,…o a los
sabores de nuestras cremas, condones o pinturas,… debemos ser capaces de hacer
sentir al otro el,… “me gustas…”, un me gustas que te atrae, que te hace
desearle y que por ello le saboreas, disfrutando lentamente de cada parte de su
exquisito cuerpo.
El placer del sabor es innegable, de recién nacidos nos
agarramos a la teta de nuestra madre buscando el alimento y el sabor de su
leche (¡cámbiale de leche y verás lo que pasa!), de mayores nos gusta,…
observad que muchas expresiones de sensaciones y de placer van precedidas por
el “me gusta…”
Me gusta tu perfume, me gustas
tú, me gusta acariciarte, besarte, hacerte el amor, follarte, hacerte mío o
mía, me gusta decirte cosas, me gusta castigarte,… seguramente nuestro sentido
del gusto va muy unido al deseo y éste muchas veces al sexo.
Parece imposible poder prescindir de este sentido, está
tan unido a nuestro cuerpo como lo están los alimentos a sus sabores,… por
cierto, después de una buena sesión de sexo y de orgasmos, cuando nos sentimos
perfectamente bien con nosotros y con nuestra pareja,… ¿Qué tal os sienta comer
o beber un poco ¿A que sabe a gloria?
Practicar el sexo utilizando cada uno de nuestros cinco
sentidos es la mejor forma de sublimar cada uno de nuestros sexuales juegos…
“… llevaba un buen rato invadiendo su cuerpo con mis
besos, oliendo sus curvas, gustando su vello, perdiéndome en un laberinto de
fragancias y sabores que me estaban llevando a un éxtasis desconocido. Paré
para coger aliento, calmar los latidos de mi pasión y contemplar, durante unos
instantes, su hermosa y sensual desnudez, su frágil redondez,… me estaba
mirando lasciva, moviéndose de forma felina mientras se acariciaba voluptuosa a
la espera de mi pausa.
Era un placer mirarla, escuchar sus ronroneos de gata en
celo, verla tocándose y hundiendo sus dedos en su cueva de placer, sacarlos húmedos
y brillantes, para lamérselos mirándome y haciéndome sentir su sabor sin
gustarlos.
Muy excitado por semejantes visiones, volví a saborearla
otra vez, ahora su ombligo juguetón, delicia de mis labios y lengua, su vientre,
su venusina colina, con su rasurado vello, para resbalar mi lengua entre sus
ingles y descender buscando su entrepierna, oliendo sus perfumes, imaginando el
sabor de sus zumos, pero, como todo lo exquisito, dejando lo mejor para el
final.
Me perdí entre sus piernas, saboreé sus pies, los besé,
mordí sus dedos cual golosinas, jugué con mi lengua en los recovecos de sus
rodillas, gustando su sabor a afrodita, un exótico sabor a piel excitada, creo
que había conectado todos los poros de su cuerpo con su sexo; con cada beso,
mordisco o caricia que recibía, su cuerpo olía cada vez más a hembra,…
Llegué a su anhelado sexo, que me recibía tibio y húmedo,
listo para ser degustado como el más afrodisíaco de los manjares,… me entregué a
sorber sus exquisitos flujos, a morder sus pétalos rosados y a lamer y chupar
su perla palpitante, me embriagué ante tanto placer y deleite, que perdí la
conciencia y me fundí entre sus flujos y sentí como penetraba en su cueva
siendo abrazado por ella, perdiéndome entre sus tañidos, cual campanas que
tocan a cielo…”
Buen provecho.
Ignasi Tebé (antes Ricardo Alas)
Sanador, educador y escritor sexual
Facilitador de cursos y talleres para Hombres, Mujeres y Parejas
Contacto: ignasi.aurea@gmail.com o llamando al 620969845
Sanador, educador y escritor sexual
Facilitador de cursos y talleres para Hombres, Mujeres y Parejas
Contacto: ignasi.aurea@gmail.com o llamando al 620969845
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