martes, 19 de febrero de 2013

Descubrir el Gran Femenino

En mi lento caminar por esta vida y por este mundo, a medida voy avanzando hacia mi destino, voy embelesándome cada vez más en lo femenino.

Mis sentidos se han despertado de un letargo un tanto ignorado, mi amor fluye de forma sublime y desde mis entrañas mi pasión se enciende con un fuego desconocido que asciende por mi corazón, hacia mi alma, hacia ellas, las divinas.

No sé qué clase de hechizos me están echando estas diosas, con las que comparto mi vida, de las que me estoy enamorando, aún más cada día, cada minuto. Ha tenido que ser un cáncer, el que me esté haciendo ver, la parte más divina y sublime que todas las mujeres llevan escondida en su interior.

Estos últimos días estoy descubriendo con su ayuda mucho más y quiero narrarlo para no olvidarlo jamás:

Estoy descubriendo que la quimioterapia es muy ácida y por lo tanto muy Yang, hace saltar una parte de fuerza (muy masculina y bastante agresiva) y debido a ello se produce un fuerte cansancio y por tanto una gran debilidad. Esto a nivel interior puede ser útil en momentos críticos, ayuda pero no es nada sanador.

El cáncer para curarse necesita sobre todo estar en un proceso más interior, más femenino y por tanto más Ying.

Amar y despedir, agradeciendo los servicios prestados, aquellas partes de tu cuerpo que deben ser extirpadas.

Avisar, amando, a las partes de tu cuerpo que se ven alteradas, decirles que aquella química no va a por ellas, que la desvíen hacia el lado izquierdo (es mi cáncer, riñón, uréter y vejiga), que a ellas las necesitamos, explicarlo bien.

Todo ello con mucho amor, caricias, mimos y llegando a una gran sensación de paz, armonía interior y dejar que todo vaya sucediendo desde este nuevo paradigma amoroso.

Esto curiosamente ayuda a desarrollar mi femenino interior: abierto a recibir, a amarme y que me quieran, a dejarme cuidar, a ser mucho más tierno, amoroso y sensible. Las consecuencias son curiosas, mi auténtico masculino (no el "machito"), un masculino más sereno más protector, que ofrece confianza y seguridad, que da soporte, no con su cuerpo, si no con su presencia, va creciendo día a día.

Al ir descubriendo mi femenino, valoro mucho más la grandeza del femenino que me rodea: su belleza, su volatilidad, su ternura, su confianza, su paz: la madre, la guerrera, la amante, la sacerdotisa,…

Cuando la Diosa Madre y la Diosa Guerrera sienten que han hecho bien su labor y deciden relajarse y florecen en la mujer las Diosas Amante y Sacerdotisa.

Ellas están entre la Luna Nueva, la oscura que no se ve y su ciclo creciente, que culminará mostrando todo su esplendor y belleza.

La Diosa Amante puede adoptar mil caras, como todas las diosas y todas ellas son infinitamente atractivas, deseables y divinas. Puede ser sensual, sexy, divina, espiritual, dulce, tierna, apasionada, explosiva, tímida y atrevida a la vez, humilde y arrogante, débil y poderosa, viciosa y sublime, lujuriosa, embriagadora, cautivadora y llevarte a un mundo desconocido donde el sexo, los cuerpos, las emociones, el alma y lo divino se funden todo en uno.

La Diosa Sacerdotisa es la Diosa del Amor auténtico, el que sana, el sagrado, el divino de verdad, el que nos une la tierra con el cielo y a su alrededor sólo vives la Magia y la grandeza.

A la que empecé a contemplar toda esta belleza me sentí cautivado por ella, incapaz de merecerla y mucho menos de poseerla, sólo contemplarla extasiado, admirarla y aprender a respetarla, a honrarla y a amarla, poco a poco me di cuenta que mi masculino no podía ser herido par semejantes diosas y aprendí con cautela a rendirme a él, a entregarme y a adorarlo, deseando ofrecerle lo mejor de mi, pero sin atreverme.

Y es así como de forma mágica la Diosa me miró y quiso entregarse a mi, ofrecerse entera sabiendo que mi amor no la podía dañar y empecé a descubrirla, sentirla y gozarla y todo empezó a cambiar en mi interior, porqué en la pasión sentía su fuerza y su amor sanador, en su néctar, la fuente de la eterna juventud, en su cuerpo y en su piel un camino hacia el cielo, en su interior… el templo del amor, en sus entrañas, el oculto mundo de la felicidad que nos hace dioses.

Gracias a este proceso siento que estoy sanando mi cuerpo y lo que es mucho más importante, mi ALMA.

GRACIAS DIOSAS DE MI VIDA, POR AYUDARME!!!

No hay comentarios:

Publicar un comentario